Buscar este blog

lunes, 15 de febrero de 2016

tarde

Esta entrada la publiqué hace ya algún tiempo, un día en el que imagino que estaba de buen humor. Me pasa poco. Hoy he vuelto a leerla, y también he vuelto a ponerme de buen humor. Espero que os provoque el mismo efecto.




¿Cuándo es “tarde”? Despertarse un lunes a las diez de la mañana teniendo que ir al trabajo a las ocho es definitivamente despertarse tarde. Pero no es tarde si hablamos de un domingo. Vuelves tarde a casa un miércoles a las cuatro de la mañana, pero temprano si es sábado. A no ser que tengas más de cincuenta años, en ese caso volver a las tres sería volver tarde. ¿Podríamos decir entonces que tarde o temprano dependen del día de la semana, o de la edad del sujeto en cuestión? También es posible que alguna vez en tu vida te encuentres en la situación de tener que llegar al aeropuerto a toda velocidad porque el avión en el que se encuentra el amor de tu vida está a punto de partir, y necesitas decirle lo que sientes más que nada en este mundo. Digamos que son las seis en punto de la tarde, y acabas de llegar a la terminal. Llegarás a tiempo si el avión parte a las seis y diez, pero tarde si despega a las seis menos cinco. ¿Es posible  afirmar que “tarde” depende de la hora de partida de un avión? En ese caso, ¿de qué avión? ¿De todos los aviones del mundo, o sólo de los aviones en los que el amor de la vida de alguien viaje? Ahora imagina que estás sentado en tu habitación a las ocho de la mañana de un domingo cualquiera. Esas mismas ocho de la mañana serán tarde si acabas de volver a casa, pero temprano si te vas. ¿Depende entonces “tarde” del lugar del que vengas? ¿Depende de hacia dónde vayas? Si no tienes muy claras ninguna de estas dos cosas, si no te importa demasiado saberlo o rechazas deliberadamente ser consciente de ello, entonces nunca será tarde para ti. Tampoco pronto, supongo. Pero siempre es tarde para alguien, lo que implica que no podemos hablar de “tarde” como concepto absoluto, de tarde para el conjunto de las criaturas vivientes de este y otros Universos. Llegados a este punto nos golpea en la cara una inevitable y rotunda conclusión: nunca es tarde. Utiliza ahora esta revelación como consideres más conveniente.