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lunes, 13 de julio de 2020

Garcilaso

Era enero,
pero un sol tímido
-a media asta-
calentaba los huesos.
Asomó por la esquina,
alto y desgarbado.
Murmuraba algo.
Estaba en la calle,
según dijo.
En el sentido más estricto
de la expresión.
Comentó algo
sobre un familiar enfermo.
Y luego está
lo de Garcilaso.
Tenía libros escondidos
en rincones clave
de la ciudad.
Solo libros,
-decía-
ese es mi equipaje.
Y aquello
sobre Garcilaso.
Recitó
un verso tras otro,
las sílabas resbalando
suavemente.
Las manos en los bolsillos
y la mirada distante.
Quise decir algo,
pero no sabía
por dónde empezar.
Se giró
sin aguardar respuesta.
Se alejó
mascullando algo,
quizás sobre Garcilaso.


miércoles, 1 de julio de 2020

Sanguijuelas negras


curación / drenaje / amenaza / miedo

Anoche soñé con sanguijuelas negras. No sé lo que significa, si es que ha de significar algo. Si los sueños tienen sentido. Si el despertar tiene sentido. De cualquier modo, anoche soñé con sanguijuelas negras y ahora todo parece más oscuro. De existir un plan último, un fin, sería cruel que el universo nos enviase señales veladas en forma de sueños. Por qué no decirlo directamente. Para qué tanto misterio. Qué ganan el destino o dios o la fatalidad diseminando pistas simbólicas dentro de los sueños, de las estrellas, de las cartas o los posos del café. ¿Buscan acaso darnos una insuficiente ventaja sobre los asuntos de la vida, sobre los asuntos de la muerte y todo aquello que sucede entre la una y la otra? Como un cuasi-ganador que al enfrentar la inevitable derrota tiene una esclarecedora visión que resuelve la jugada, eso sí, demasiado tarde.

Divago porque anoche soñé con sanguijuelas negras, y aunque en el fondo sé que no significa nada, que ningún sueño – que ninguna cosa real o irreal que experimentes a lo largo de tu vida – significa gran cosa, desperté inquieta. Mantuve, atesoré esa inquietud y sigo inquieta mientras escribo estas líneas. Seguir, mantener, permanecer en un estado de no seguimiento, de no mantenimiento, de no permanencia. La quietud de la inquietud, la inmovilidad de la agitación. Un ejercicio contradictorio. Pienso en las sanguijuelas como el método de curación que fueron en su momento: tan lógico en apariencia, tan respaldado por autoridades intelectuales como absolutamente ineficaz.

Jamás he visto una sanguijuela fuera del marco seguro de una pantalla. Pienso en cómo la propia palabra suena lánguida y despreciable; en cómo las letras que la forman son escupidas una tras otra, expulsadas con asco más que pronunciadas. S a n g u i j u e l a, susurro lentamente, deteniéndome en cada fonema.

Soñé con sanguijuelas negras, y volví a escribir tras un tiempo de insoportable inactividad. Quizás no hay, después de todo, ninguna amenaza. No hay miedo más allá del mundano terror de la existencia cotidiana. Quizás las sanguijuelas son solo sanguijuelas, y los sueños solo sueños. Quizás el miedo es el impulso visceral, puro y primario que nos motiva a continuar.