Esta entrada la publiqué hace ya algún tiempo, un día en el que imagino que estaba de buen humor. Me pasa poco. Hoy he vuelto a leerla, y también he vuelto a ponerme de buen humor. Espero que os provoque el mismo efecto.
¿Cuándo es “tarde”? Despertarse
un lunes a las diez de la mañana teniendo que ir al trabajo a las ocho es definitivamente despertarse tarde. Pero no es tarde si hablamos de un domingo.
Vuelves tarde a casa un miércoles a las cuatro de la mañana, pero temprano si
es sábado. A no ser que tengas más de cincuenta años, en ese caso volver a las tres sería volver tarde. ¿Podríamos decir entonces que tarde o temprano dependen del día
de la semana, o de la edad del sujeto en cuestión? También es posible que
alguna vez en tu vida te encuentres en la situación de tener que llegar al
aeropuerto a toda velocidad porque el avión en el que se encuentra el amor de
tu vida está a punto de partir, y necesitas decirle lo que sientes más que nada
en este mundo. Digamos que son las seis en punto de la tarde, y acabas de
llegar a la terminal. Llegarás a tiempo si el avión parte a las seis y diez,
pero tarde si despega a las seis menos cinco. ¿Es posible afirmar que “tarde” depende de la hora de
partida de un avión? En ese caso, ¿de qué avión? ¿De todos los aviones del
mundo, o sólo de los aviones en los que el amor de la vida de alguien viaje? Ahora
imagina que estás sentado en tu habitación a las ocho de la mañana de un
domingo cualquiera. Esas mismas ocho de la mañana serán tarde si acabas de
volver a casa, pero temprano si te vas. ¿Depende entonces “tarde” del lugar del
que vengas? ¿Depende de hacia dónde vayas? Si no tienes muy claras ninguna de
estas dos cosas, si no te importa demasiado saberlo o rechazas deliberadamente
ser consciente de ello, entonces nunca será tarde para ti. Tampoco pronto,
supongo. Pero siempre es tarde para alguien, lo que implica que no podemos
hablar de “tarde” como concepto absoluto, de tarde para el conjunto de las
criaturas vivientes de este y otros Universos. Llegados a este punto nos golpea
en la cara una inevitable y rotunda conclusión: nunca es tarde. Utiliza ahora
esta revelación como consideres más conveniente.