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lunes, 1 de junio de 2020

Día 13: Autorretrato


Ojeras como surcos al pie de una carretera, profundas e incurables porque soy miope y nunca duermo bien.

Cráteres, cicatrices testimonio de un terrible acné que me amargó la adolescencia. Soñaba cada día con arrancarme la piel.

Me avergonzaba que todo el mundo pudiese ver aquello. Que pudiesen verme a mí. Es entonces cuando empecé a tener un sexto sentido tan inútil como imaginario, una voz que insinuaba a cada momento que cualquier susurro de cualquier persona en un radio de diez metros sería seguramente una burla sobre mí.

Tampoco me gustaba mi nariz. Demasiado grande, demasiado rara. El pelo y los ojos oscuros, estándar, corona mediocre en un rostro sin gracia.

Empecé a pensar que si de verdad me esforzaba en ocultar todo lo que era, quizá podría engañarlos. Quizá podría hacer a la gente creer que yo también era bonita y feliz y normal.

Niña fea y triste y rara, nunca me pude librar de ti.

                  Hoy me miro al espejo y veo lo que veía entonces.

                                   Hoy una certeza me atrapa:
                                                                                   es inútil huir.



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